Poco a poco nos vamos acercando a la Semana Santa. Queremos seguir acompañando a Jesús en la subida a Jerusalén.
En esta semana, Jesús, nos ofrece un agua muy especial para calmar, no solamente nuestra sed, sino además para vivir mejor.
El agua que nosotros tomamos nos sirve para aliviarnos en un determinado momento. Pero, el agua que nos ofrece Jesús –que es AGUA DE VIDA VERDADERA Y VIDA ETERNA- nos ayuda para ser muy felices junto a Jesús.
Jesús se encuentra con una mujer de Samaría, tierra de gente con la que los judíos no se llevaban bien, por algunas diferencias religiosas.
Por eso, la mujer no es amable con Jesús, quien inicia la charla pidiéndole agua del pozo. Con amabilidad y paciencia, Jesús se va presentando ante la mujer como el Mesías, y le dice que quien beba el agua que él puede dar, no volverá a tener sed. La mujer no entendía que Jesús no hablaba de la sed del cuerpo, sino del espíritu, y por eso le pide de esa agua.
Ella termina por saber con quién está hablando, cuando Jesús le descubre su vida de pecado. Entonces quiere llenarse de él para corregir su vida y anunciarlo a todo el pueblo. ¡Se ha llenado de Dios!
Jesús quiere encontrarse también con nosotros para que, frente a él, reconozcamos nuestros pecados, nuestras tristezas y angustias, y llenándonos de su palabra y de su amor, podamos levantar la cabeza y retomar el camino de la paz y el entusiasmo por la vida.
Aquí os dejo un pequeño vídeo sobre la samaritana
Hola Bea me ha encantado la historia de Jesús. Soy Inés.
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